domingo, 10 de junio de 2012

Resumen de un encuentro

"El proyecto: In Crescendo
Al bajar del avión me impactó el aire seco y caliente. Dejaba atrás a mi adorado alisio, siempre fiel, soplando en la bahía de Gando y refrescándolo todo con su humedad y su dulzura.
Llevaba casi dos años compartiendo con ellos, a través del correo electrónico, de los blogs, una afición: la escritura. Me había formado una idea de cómo serían por medio de sus palabras escritas, de sus correos, algunas fotos, pero... no es lo mismo.
 
Era una de las del grupo que no había podido acudir al primer encuentro que tuvo lugar en Madrid el año pasado, así que llevaba una pequeña desventaja respecto a los que ya se habían conocido personalmente.
El sábado, 2 de junio, me levanté temprano y, junto a mi marido, llegué a la Feria del Libro de Madrid. Mi primera reacción fue de asombro ante lo que me pareció inmenso en todos los sentidos.
Buscamos la caseta 45 (Maidhisa) donde iba a ser expuesto nuestro proyecto: un libro titulado "In crescendo", fruto del trabajo de los ocho miembros del grupo (procedentes de distintos puntos del país) De pronto, me sobresaltó la voz de megafonía que anunciaba los nombres de los autores que estarían firmando su obra durante la mañana. ¿Eh? ¡Nuestros nombres por todo el espacio de la Feria!
Fue en ese momento cuando pensé que todo iba en serio.
No vi ningún rostro conocido. Temía tropezarme con alguien y no ser capaz de reconocerlo, soy muy mala fisonomista. Solamente tenía como referencia unas fotos.

Me acerqué a la caseta y alguien con sonrisa amable y voz suave comenzó a mostrarme el libro. La dejé hablar, me latía fuerte el corazón, y en el momento en que me comentó que eran unos relatos escritos por ocho personas, yo le dije que era una de ellas.
Allí estaba Dominique. Risas, abrazos y todo, en adelante, fue sobre ruedas. No importaba el calor, era otro calor el que importaba. Luego Berta, Coque, Ernesto, Raquel y más tarde Cristina. En nuestro pensamiento, Miguel, que no pudo acudir a la cita.
Valoro ese encuentro con personas entre las que me siento como en casa, como si nos  conociéramos de siempre.

                                                    La mañana transcurrió maravillosamente.
Estaba previsto presentar nuestro libro en “Los diablos azules” por la noche. En cierto modo fue mostrarnos a nosotros mismos, ya que cada uno comentó una parte de nuestra historia y leyó un fragmento escogido de uno de sus relatos.

Luego, la cena en un ambiente agradable y familiar.
No puedo dejar de agradecer a Jorge Liria (Anroart) que haya creído en este sueño y nos haya permitido hacerlo realidad.

Me apenó no estar también el domingo en la Feria. Mi vuelo de regreso salía pronto y ya mi cadera recién operada había soportado más de lo que podía tolerar. Pero una cosa es cierta, conservo en mi interior las sensaciones que me produjo la experiencia de publicar un libro, pero sobre todo la de conocer a las personas con las que compartí virtualmente ese sueño.

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